El estrés es el
nuevo elemento de la vida de un estudiante, incluídos los niños. Y los últimos
meses del año escolar son los que generan mayor preocupación tanto en padres
como en alumnos. La principal tarea de los padres es identificar los síntomas
de estrés a tiempo. Esto se hace más fáciles de detectar, a medida de que los
niños van creciendo ya que son descritos de mejor manera por los menores.
Aunque siempre con cierta dificultad.
¿Cuáles son las
claves para identificarlos adecuadamente? Los expertos de Ediciones COREFO nos
lo explican.
- Identificar factores internos que, sumados, acrecientan la
tensión. Estos pueden ser:
-
Falta de planificación y
organización: El horario de estudio, al igual que
el espacio de recreación y orden alimenticio, deben ser respetados. Las
maratones de estudio y los atracones a productos con cafeína o azúcar rompen
los ritmos del adolescente, y acaban provocando más cansancio y menos
concentración. Es importante establecer las costumbres y tiempos adecuados y
respetarlos.
-
Presiones externas por
alcanzar buenos resultados: Evitar las críticas,
comparaciones y mensajes negativos. El menor debe saber que los padres respetan
su tiempo y esfuerzo dedicado al estudio, por eso no se les debe calificar de
vagos o poco trabajadores, ni recordarles constantemente que deben dedicar más
tiempo al estudio.
-
Competitividad con otros
compañeros: Explicarle que las notas no cambian su
imagen como persona, ni el cariño de los padres, que cada persona es diferente
y tiene un ritmo de aprendizaje que depende de muchos factores. Un adolescente
puede sentir que no merece al amor de sus padres si no es capaz de alcanzar el
éxito; hay que asegurarle que pase lo que pase, el apoyo de los padres es algo
con lo que siempre podrá contar.
-
Bajos niveles de motivación: Transmitir mensajes positivos ayudará a que los estudiantes superen la
ansiedad ante la posibilidad de una mala nota, pensando que no lo conseguirán.
Es importante transmitirles confianza y seguridad en su trabajo, y a la vez
explicarles que un mal resultado se puede corregir.
-
Conservar la calma: Tanto para padres como para hijos, es el primer paso para poder
enfrentarse a este reto, ya que en muchas ocasiones son los propios padres
quienes más sufren la ansiedad ante un examen. Realizar ejercicios de
relajación con el niño o adolescente antes de comenzar el estudio y antes de
realizar el examen.
2.
Considerar los factores externos para esclarecer y entablar una rutina de
estudio adecuada:
-
Dormir lo suficiente: Para algunos alumnos, las horas de sueño son las primeras perjudicadas
cuando llegan épocas atareadas en las que falta tiempo para todo. Sin embargo,
los beneficios de una buena noche de sueño no deben de ser subestimados. Desde
el punto de vista académico, el sueño ayuda a que tu cerebro asimile la
información y la introduzca en tu memoria a largo plazo para que así la puedas
recordar cuando llegue el día del examen.
-
Ambiente propicio y organizado: La habitación debe ser previamente preparada; se debe evitar demasiados
estímulos y distractores como música estruendosa, televisión o computadora.
Esto quitará la concentración del estudiante.
Los padres deben
recordar que cada persona es única, incluso desde el proceso y transmisión del
aprendizaje, por eso es importante apoyarlos de acuerdo al método de
aprendizaje que ellos adopten sin imponer el que uno conoce. Algunos
estudiantes aprenden mejor si leen, otros si escriben o elaboran organizadores
mentales, etc.
Encontrar el método
adecuado para cada uno evitará el estrés escolar.
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